Con apenas trece años, una hepatitis recién curada (la 1a) e incorporándome apenas a la secundaria, alguien, (de verdad no lo recuerdo) tuvo la magnífica idea de regalarme en paquete el segundo y tercer álbumes de los Doors. No podía concebir tanta suerte, el rock se había apoderado de mi y la escuela comenzó a valerme un rábano. Cuando de plano en verdad tuve que regresar, la media voz de Morrison parecía me había embrujado, la música surreal y enigmática se había encajado en todo mi ser. You´re Lost Little Girl, Unhappy Girl, My eyes Have Seen You, I Can´t See your Face y la que daba titulo al segundo disco: Strange Days retumbaban en mi cerebro en todo momento, como si me hubieran hipnotizado. El álgebra se descomponía y las clases de Biología y Etimologías no eran mas que un fondo psicodélico al que transformaba casi por ósmosis en la música y letra de Love Street, Spanish Caravan, Wintertime Love, The Unknown Soldier y sobre todo: Yes, the River Knows. (Aún no conocía ni de lejos algún estimulante y sin embargo viajaba al espacio cada mañana, sin que nadie pudiera darse cuenta). La voz me sonaba lúgubre y de cierta manera erótica o sensual (aunque para ser sinceros, en ese tiempo todavía no descubría ni la diferencia, ni su más estricto sentido). La guitarra de Krieger me mostraba rasgos flamencos y el teclado a veces sombrío y en ocasiones festivo, parecían inyectarme un caudal de energía y al mismo tiempo un tanto de violencia. (Lo cual me ayudó sobremanera a sostener mi posición en el para mi, glorioso, querido y añorado Instituto Centro Unión). Quien haya asistido a dicha institución entre 1969 y 1975 sabrá a lo que me refiero; nuestra turbulenta adolescencia fue sufrida, soportada, cuiada y formada por un puñado de profesores entrañables. Dirigidos por Luis Guillermo Topete, el Ingeniero Pérez Montero, Francisco Javier Narváez y Héctor Couttolenc (a quien especialmente agradecí la última lección que me dio, caminando por el patio del colegio); los maestros Jiménez, Mier, Manuel Segura, Fernando Ezeta y Juan Escalera que nos dieron seguridad, nos educaron inculcándonos orden, fortaleza y disciplina (la poca que podíamos aceptar y digerir), pero ante todo y sobretodo, brindándonos el cariño, la comprensión, amistad y guía que solo un buen maestro puede ofrecer. A ellos, mi admiración de por vida.
Mis mejores y más queridos amigos de esa época se me perdieron en la inmensidad del tiempo y la distancia: Fernando Montes de Oca Ceballos en Tijuana,BC, Pedro Zubiaga Cacho según me informaron, está en Orizaba Ver, Víctor Manuel García García en algún lugar de Sudamérica, de César Orozco Jacobo y Gustavo Galindo Bulle-Goyri nada se y Óscar Horscheck Cacho se me fue un poco más lejos, Carito ya está en el cielo .
Si algún fortuito lector ha tenido la fortuna de conocer a alguno de ellos (mi aristocracia del barrio), le suplico tal y como lo hizo Saint-Exupery en su momento; les diga que por años los he extrañado y los guardo por siempre en mi memoria. Y a mi, apelando a su buena voluntad, me lo haga saber de inmediato.
Agradezco a Dios el haber conocido a esas personas y a la vida, el haber podido crecer escuchando a todos esos grupos, a toda la música de rock de los años 60s / 70s y de la que casi desde niño, pude aprender, gozar y disfrutar.
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| The Doors en el Winterland, de San Francisco |
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| Jim Morrison una de las voces y personalidades más impactantes en la historia del rock |






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