El principio

  • Prefacio.

  • Si ésta fuera historia, sería una de ángeles caídos, seres ingenuos que un día tomaron una guitarra y pretendieron llegar con ella a alguna parte, acaso sin pensar que el rocanrol no es llegar sino ir, sólo ir, siempre estar yendo.Un tren al que se sube y se baja sin mirarlo jamás parar. Hay quienes no se bajan. Necios, perdedores, románticos huérfanos que un día encontraron en el rocanrol una casa, quiero decir un hogar, de esos que tienen leños y chimenea, abuelos, toda la paz que mirabas en las historias de Walt Disney. ¿Has estado alguna vez en un hogar? ¿Sabes lo que es eso? ¿Quedan hogares así en este mundo? No para los que han subido al tren, porque ellos ya comprendieron, aunque tal vez un día lo olviden y se vuelvan a tierra firme, que la mejor casa que puede tenerse es precisamente ésta. un tren. Por principio, detestas la idea de contar un cuento de triunfadores. Piensas muy románticamente: no lo estoy haciendo. Estos monos son unos perdedores, unos ángeles caídos. Que la compañía y la televisión y la radio puedan cubrirlos de billetes es cosa que vale madre. Un perdedor no es aquel que tiene menos billete. Un perdedor es quien ya se dio cuenta que vivir es a veces un mal negocio y no queda otra que hacerlo lo más divertido posible. Y lo más intenso posible. Y, si es posible, buscarse en el camino una religión que valga la pena. El rocanrol, por ejemplo.
    Fuente: UNA BANDA NOMBRADA CAIFANES libro escrito por Xavier Velasco, editado en 1990.

    Me une a Xavier además de una profunda admiración por sus textos, el haber nacido durante la parte final de los años 50. También nuestros antecedentes hispanos, una infancia solitaria y taciturna, las primeras letras en Sesión y Melodía, el endemoniado gusto por los Who, The Clash, Caifanes y el amor por los animales; amén de un sentimiento de afecto que aunque distante, está siempre presente.

    jueves, 17 de mayo de 2012

    El Soundtrack de mi Vida (6) Encontrando Identidad III

    Con apenas trece años, una hepatitis recién curada (la 1a) e incorporándome apenas a la secundaria, alguien, (de verdad no lo recuerdo) tuvo la magnífica idea de regalarme en paquete el segundo y tercer álbumes de los Doors. No podía concebir tanta suerte, el rock se había apoderado de mi y la escuela comenzó a valerme un rábano. Cuando de plano en verdad tuve que regresar, la media voz de Morrison parecía me había embrujado, la música surreal y enigmática se había encajado en todo mi ser. You´re Lost Little Girl, Unhappy Girl, My eyes Have Seen You, I Can´t See your Face y la que daba titulo al segundo disco: Strange Days retumbaban en mi cerebro en todo momento, como si me hubieran hipnotizado. El álgebra se descomponía y las clases de Biología y Etimologías no eran mas que un fondo psicodélico al que transformaba casi por ósmosis en la música y letra de Love Street, Spanish Caravan, Wintertime Love, The Unknown Soldier y sobre todo: Yes, the River Knows. (Aún no conocía ni de lejos algún estimulante y sin embargo viajaba al espacio cada mañana, sin que nadie pudiera darse cuenta). La voz me sonaba lúgubre y de cierta manera erótica o sensual (aunque para ser sinceros, en ese tiempo todavía no descubría ni la diferencia, ni su más estricto sentido). La guitarra de Krieger me mostraba rasgos flamencos y el teclado a veces sombrío y en ocasiones festivo, parecían inyectarme un caudal de energía y al mismo tiempo un tanto de violencia. (Lo cual me ayudó sobremanera a sostener mi posición en el para mi, glorioso, querido y añorado Instituto Centro Unión). 
    Quien haya asistido a dicha institución entre 1969 y 1975 sabrá a lo que me refiero; nuestra turbulenta adolescencia fue sufrida, soportada, cuiada y formada por un puñado de profesores entrañables. Dirigidos por Luis Guillermo Topete, el Ingeniero Pérez Montero, Francisco Javier Narváez y Héctor Couttolenc (a quien especialmente agradecí la última lección que me dio, caminando por el patio del colegio);  los maestros Jiménez, Mier, Manuel Segura, Fernando Ezeta y Juan Escalera que nos dieron seguridad, nos educaron inculcándonos orden, fortaleza y disciplina (la poca que podíamos aceptar y digerir), pero ante todo y sobretodo, brindándonos el cariño, la comprensión, amistad y guía que solo un buen maestro puede ofrecer. A ellos, mi admiración de por vida.
    Mis mejores y más queridos amigos de esa época se me perdieron en la inmensidad del tiempo y la distanciaFernando Montes de Oca Ceballos en Tijuana,BC, Pedro Zubiaga Cacho según me informaron, está en Orizaba Ver, Víctor Manuel García García en algún lugar de Sudamérica, de César Orozco Jacobo y Gustavo Galindo Bulle-Goyri  nada se y  Óscar Horscheck Cacho se me fue un poco más lejos, Carito ya está en el cielo 
    Si algún fortuito lector ha tenido la fortuna de conocer a alguno de ellos (mi aristocracia del barrio)le suplico tal  y como lo hizo Saint-Exupery en su momento; les diga que por años los he extrañado y los guardo por siempre en mi memoria. Y a mi, apelando a su buena voluntad, me lo haga saber de inmediato. 
    Agradezco a Dios el haber conocido a esas personas y a la vida, el haber podido crecer escuchando a todos esos grupos, a toda la música de rock de los años 60s / 70s y de la que casi desde niño, pude aprender, gozar  y disfrutar. 
    The Doors en  el Winterland, de San Francisco
    Jim Morrison una de las voces y personalidades más impactantes en la historia del rock

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