El principio

  • Prefacio.

  • Si ésta fuera historia, sería una de ángeles caídos, seres ingenuos que un día tomaron una guitarra y pretendieron llegar con ella a alguna parte, acaso sin pensar que el rocanrol no es llegar sino ir, sólo ir, siempre estar yendo.Un tren al que se sube y se baja sin mirarlo jamás parar. Hay quienes no se bajan. Necios, perdedores, románticos huérfanos que un día encontraron en el rocanrol una casa, quiero decir un hogar, de esos que tienen leños y chimenea, abuelos, toda la paz que mirabas en las historias de Walt Disney. ¿Has estado alguna vez en un hogar? ¿Sabes lo que es eso? ¿Quedan hogares así en este mundo? No para los que han subido al tren, porque ellos ya comprendieron, aunque tal vez un día lo olviden y se vuelvan a tierra firme, que la mejor casa que puede tenerse es precisamente ésta. un tren. Por principio, detestas la idea de contar un cuento de triunfadores. Piensas muy románticamente: no lo estoy haciendo. Estos monos son unos perdedores, unos ángeles caídos. Que la compañía y la televisión y la radio puedan cubrirlos de billetes es cosa que vale madre. Un perdedor no es aquel que tiene menos billete. Un perdedor es quien ya se dio cuenta que vivir es a veces un mal negocio y no queda otra que hacerlo lo más divertido posible. Y lo más intenso posible. Y, si es posible, buscarse en el camino una religión que valga la pena. El rocanrol, por ejemplo.
    Fuente: UNA BANDA NOMBRADA CAIFANES libro escrito por Xavier Velasco, editado en 1990.

    Me une a Xavier además de una profunda admiración por sus textos, el haber nacido durante la parte final de los años 50. También nuestros antecedentes hispanos, una infancia solitaria y taciturna, las primeras letras en Sesión y Melodía, el endemoniado gusto por los Who, The Clash, Caifanes y el amor por los animales; amén de un sentimiento de afecto que aunque distante, está siempre presente.

    miércoles, 16 de mayo de 2012

    El Soundtrack de mi Vida (5) Encontrando Identidad II

    Y sucedió lo inimaginable, algunos miembros de la familia de mi padre a seis años de su muerte tuvieron la ocurrencia de buscarme (no sería ésta la única ocasión, tuvieron que pasar 25 años más, para que muriera mi tía y nuevamente aparecieran en mi vida pidiendo favores. Por eso los Padillas y Origueles y demás fauna jamás me han interesado. La familia creo yo, es la que por medio de lazos de afecto y amistad uno va creando a través de los años) Bueno, pero en aquella ocasión me invitaron a una fiesta tan divertida que me salí (obviamente nadie se percató y mucho menos me extrañó) caminé unas cuantas cuadras y llegué hasta el original Hip 70 (discoteca especializada en rock y un poco lo que se conocía en USA como headshop).
    Recorrí los anaqueles hasta que encontré un álbum del que conocía un poco gracias al legendario programa radiofónico Vibraciones de Radio Capital y alguna referencia de la revista  
    Teen Set. El nombre del grupo: Big Brother & The Holding Company y el disco era Cheap Thrills (su segundo trabajo)
    Cheap Thrills  Portada
    Foto Interior
    Al abrirlo, quedé extasiado, era la primera vez que apreciaba aunque en foto. un juego de luces. El colorido y el grupo se fijaron en mi mente (en nada se parecía a las imágenes en blanco y negro que acostumbrábamos a ver en los programas mexicanos de música moderna como Orfeón a Go Go on todo y las coreografías ñoñas de nuestros conjuntos o si acaso el Hullabaloo importado. Cuidando mi adquisición, regresé a la reunión familiar y no dejé que nadie se acercara a mi bolsa. Al llegar a casa, sorpresa, no había nadie y pude a todo volumen, disfrutar de mi nuevo acetato. Lo que escuché me encantó, desde la cavernosa voz de Bill Graham al presentar al grupo: Four gentelmans and a great, great broad Big Brother and the Holding Company (eran una unidad, no era Janis Joplin y su grupo de acompañamiento) hasta la salida, el agradecimiento del mismo Graham y la pista de un coro que a mi me pareció angelical.
    La música me representó un ataque psicodélicamente brutal, Combination of the Two,
    Oh Sweet Mary y Ball and Chain contrastaban con la sensible finura de Summertime y el blues áspero de de I need a Man to Love, Turtle Blues y la cadencia desgarradora que ofrecía Piece of my Heart. 
    Luego de escucharlo muchas veces me hice la promesa de encontrar su primer disco. Éste era difícil de conseguir ya que había aparecido en una marca no muy bien distribuida. Un par de años más tarde, lo logré por medio del correo (éste era todavía un método muy seguro en aquellos años y no se necesitaba tener apartado postal ni pedidos por acuse de recibo o registrados). 
    Ese primer disco, reforzó lo que me había planteado con Cheap Thrills, el grupo, era duro, no tenía la fineza interpretativa de Quicksilver pero poseían un encanto animal, un magnetismo salvaje. Los coros de Sam Andrew y Peter Albin me enganchaban (como se lo dije a Sam muchos años después) y a pesar de que la producción dejaba mucho que desear 
    pues no logró captar el potente sonido del grupo, me quedo para siempre con Call on Me, Blindman, Light is Faster Than Sound y Caterpillar. Sony Legacy ha sacado a la venta dos excelentes presentaciones para poderlos apreciar en toda su magnitud: Live in Winterland 68 y Live at the Carrousel Ballroom 1968.
    Al mismo tiempo como le agarré el modo al correo, comencé una nueva afición: coleccionar gracias al Sr. Ben Friedman propietario de The Postermat algunas postales de los carteles de las tocadas en San Francisco efectuadas tanto en el Fillmore como en el Avalon Ballroom.


    Portada del primer álbum de Big Brother and the Holding Company

    ,James Gurley, Sam Andrew, Janis Joplin









    No hay comentarios:

    Publicar un comentario