El principio

  • Prefacio.

  • Si ésta fuera historia, sería una de ángeles caídos, seres ingenuos que un día tomaron una guitarra y pretendieron llegar con ella a alguna parte, acaso sin pensar que el rocanrol no es llegar sino ir, sólo ir, siempre estar yendo.Un tren al que se sube y se baja sin mirarlo jamás parar. Hay quienes no se bajan. Necios, perdedores, románticos huérfanos que un día encontraron en el rocanrol una casa, quiero decir un hogar, de esos que tienen leños y chimenea, abuelos, toda la paz que mirabas en las historias de Walt Disney. ¿Has estado alguna vez en un hogar? ¿Sabes lo que es eso? ¿Quedan hogares así en este mundo? No para los que han subido al tren, porque ellos ya comprendieron, aunque tal vez un día lo olviden y se vuelvan a tierra firme, que la mejor casa que puede tenerse es precisamente ésta. un tren. Por principio, detestas la idea de contar un cuento de triunfadores. Piensas muy románticamente: no lo estoy haciendo. Estos monos son unos perdedores, unos ángeles caídos. Que la compañía y la televisión y la radio puedan cubrirlos de billetes es cosa que vale madre. Un perdedor no es aquel que tiene menos billete. Un perdedor es quien ya se dio cuenta que vivir es a veces un mal negocio y no queda otra que hacerlo lo más divertido posible. Y lo más intenso posible. Y, si es posible, buscarse en el camino una religión que valga la pena. El rocanrol, por ejemplo.
    Fuente: UNA BANDA NOMBRADA CAIFANES libro escrito por Xavier Velasco, editado en 1990.

    Me une a Xavier además de una profunda admiración por sus textos, el haber nacido durante la parte final de los años 50. También nuestros antecedentes hispanos, una infancia solitaria y taciturna, las primeras letras en Sesión y Melodía, el endemoniado gusto por los Who, The Clash, Caifanes y el amor por los animales; amén de un sentimiento de afecto que aunque distante, está siempre presente.

    jueves, 13 de septiembre de 2012

    El Soundtrack de mi Vida (7) Encontrando Identidad IV

     Mi prefecto en la secundaria, hizo un viaje de descanso a los Estados Unidos y me preguntó si quería algo de allá, y claro, cómo poder sustraerme a su amabilidad ? Obviamente le pedí me consiguiera el Surrealistic Pillow de Jefferson Airplane que contenía White Rabbit, She has Funny Cars, Today y Comin´Back to Me y el Anthem of the Sun de Grateful Dead (That´s it for the Other One). 
    Mientras pasaban las dos semanas de vacaciones, no perdí tiempo y adquirí sus primeros trabajos. En el siempre confiable Hip 70, Armando y Tato ya me tenían apartados el Grateful Dead Vol.1 (Golden Road, Cream Puff War, Morning Dew), y en Yoko (Otra discoteca sin igual) conseguí el Jefferson Airplane Takes Off (Tobacco Road, Get Together, It´s no Secret, Don´t Slip Away). La sicodelia se había apoderado de mi razón, y tanto la guitarra de Jerry García, el bajo de Jack Cassidy y las voces de Marty Balin y Signe Anderson acompañando a los instrumentistas de Quicksilver me transportaban a otro tipo de espacio,donde soñaba e imaginaba lo que podía suceder en uno de los eventos que se llevaban a cabo en los escenarios del Fillmore y el Avalon de San Francisco. 



    Mi abuelita decía que cada día estaba más delgado y como no estarlo, si lo que me daban para el refrigerio escolar y mi mesada, iban a parar casi integramente, a mi caja de ahorro. (En donde únicamente permanecían lo suficiente, hasta que acompletaba para la siguiente adquisición de mis tesoros) 
    Cuando regresó mi profesor (y con él las clases), soporté la pesadumbre porque sí me trajo los álbumes que le había pedido. Aunque llegó un poco escandalizado, ya que en la pequeña tienda de discos donde los adquirió, le habían ofrecido también ácido y/o un poco de marihuana para acompañar la escucha, pensando que eran para él.
    Por lo que habló a solas conmigo y casi me hizo prometerle que jamás utilizaría ningún estimulante.
    Al poco tiempo, se oficiaría una misa en el patio del colegio (al fin marista), en donde el sacerdote premió con una medalla, a quienes hicieron el juramento. 
                  (Ni yo, estoy seguro y creo que ninguno de mis amigos, obtuvo nada).




    Cuando vi la portada del Surrealistic Pillow y lo escuché y , me di cuenta que la vocalista
    no era la misma, su lugar había sido ocupado por quien con el tiempo se habría de convertir en una de las figuras más emblemáticas de esa generación:
    Grace Slick 

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